Buen profesor

Me estaba acordando de cuando presencié un tremendo operativo policial en avenida Rivadavia más exacto en el barrio de Flores. Año 1986. Tenía 16 años e iba caminando con mi amiga mientras paseábamos mirando negocios mientras tomábamos helado. De golpe, justo en frente al sauna llamado Parthenon, llegaron alrededor de 6 autos de policía frenando a lo pavote y a puro ruido de sirena. Salieron todos de los patrulleros y se agacharon detrás de ellos en pose para disparar. Mientras que otros gritando nos pedían a los transeúntes que nos tiremos al piso. Mi amiga y yo nos encontrábamos en medio de ese tumulto de gente tirada boca abajo en la calle y vereda, no podíamos creer lo que estaba pasando. Mi amiga dejó su helado a un costado en el piso, mientras que yo terminaba de comer el cucurucho en una posición medio incómoda pero bueno, no podía dejar ese cucurucho lleno de granizado en el piso. Gente por todos lados, gritos, sirenas, más gritos, en eso veo que de la puerta del sauna empiezan a salir de a uno y en fila unos hombres desnudos pero cubiertos con toallas cubriendo la parte de sus genitales, digamos que como si fueran polleritas blancas. Las caras de los tipos a medida que iban saliendo con los brazos levantados era de película humorística, al ver a toda la gente tirada en el piso riéndose desaforadamente de ellos, fue un show. La cosa fue que alguien informó ( o delató) que dentro de ese sauna para hombres corría la comercialización de droga. Y seguían saliendo cada vez más hombres en toallita y con cara de yo no fui. Lo más cómico fue ver que entre esos tipos estaba el director de mi escuela secundaria, profesor de Cívica de mi curso, al que siempre venía la mujer a buscarlo a la salida de la escuela en un auto muy lujoso. Esa tarde, forrado en una toallita en medio de la calle, se dio cuenta que yo era su alumna. Desde ese entonces siempre tuve buenas notas.