Pero la flojera de viajar hasta el local (que no queda muy cerca) era más fuerte. Ayer nos tomamos el "bondi" ( lunfardo argentino, dícese autobus, en español) y nos trajimos de todo, la foto del cañoncito con dulce de leche no llegué a sacarla porque Martín no me dio tiempo, dejó la bolsita vacía...
También conseguimos la típica pastafrola argentina que tanto extrañaba...A ésta sí tuve tiempo de sacarle una foto.
A veces nos pedimos esta especie de "empanaditas" que aquí las llaman Pâté Jamaïcaine que pueden ser de viande (carne) o de poulet (pollo) cuestan $1 dóllar, tienen gusto como a sopa pero a la hora del almuerzo del laburo nada es feo al paladar, pero son un poco picantes.
Mientras saboreábamos estas empanaditas con gusto a sopa, observaba algunos chicos con uniforme de escuela jugando en el parque en el recreo. De repente uno se acerca casi donde estoy sentada, se paró encima del banco, se arrodilló ahí mismo y empezó a hacer ademanes como si estuviera rezando, se abrazó su mismo cuerpo con las manos y se agachaba en silencio, así como 4 o 5 veces.
Aclaro: no tomé la foto como si estuviera viendo un bicho raro, sino que es la primera vez que veo algo así.
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