No te niego. Te nombro con orgullo cada vez que me preguntan de dónde eres? Argentina. Y en ese momento siento que me late el corazón con tanta fuerza.
Te pienso. Reflejada en mis viejos, mis hermanos, en la familia que fue creciendo. Y se me hace un nudo en la garganta.
Te recuerdo. Mi viejo que hoy ya no está, sentado en su sillón al lado de la radio de siempre escuchando tangos con el volumen bajito hasta quedarse sin querer dormido. Mi vieja cantando y bailando mientras limpiaba la casa. Siempre alegre.
Te siento tanto. Quisiera desparramar este sentimiento que llevo dentro mío por todo el mundo.
Noches enteras soñando con tus calles. Mi ciudad tiene ese olor, como el olor de una madre.
Me enoja cuando desde afuera muchos de tus hijos te humillan, despotrican contra vos. Y sobre todo cuando te niegan. Falsos hijos.
Sos la alegria trasformada en "hinchadas".
Te defiendo desde acá, si acá y cual es? Como dicen muchos que, los que te dejamos no somos verdaderos hijos tuyos, solo porque en su momento no nos quedamos a remarla.
Miranos la cara a cualquiera de nosotros que estamos afuera, y fijate bien que un gran número guardamos la misma mirada... pero eso tiene un nombre: se llama nostalgia.
Aunque te humillen, te maltraten, te exploten, te nieguen, te pisoteen, te sequen la cabeza con tantos ideales y tanta televisión estúpida mi amor no va a dejar de existir jamás.
Escribo desde mis sentimientos no desde la política porque no me importa.
Y tampoco sos el dulce de leche nada más, sos la vieja que espera con ansias y entre lágrimas, tocar a su hija, poder abrazarla, mirarla a los ojos. Mi vida entera en tomos se esconde en algunas calles, ecos de mi voz quedaron flotando en quién sabe qué esquina, Volviendo a casa al amanecer mirando al cielo notando que el sol pegaba ya en mi cara. Domingos al mediodía despetándome con los eufóricos gritos de una hinchada de fútbol.
Caminar tus calles que son mías.
Cómo te voy a dejar si sos la raíz en mi historia.
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