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Sábado, 18:03 hs. Un bar del centro. Está sentada en una mesa al fondo, recostada sobre la ventana . Mira su reloj y toma un sorbo del capuccino recién servido. Un camarero la mira, ella se siente observada y saca un libro de su bolso. Trata de concentrarse en la lectura pero no lo logra. Entre las hojas del libro esconde una rosa seca. Cierra el libro, lo deja en la mesa y observa por la ventana a los transeúntes pasar y vuelve a tomar un trago del capuccino semi frío. Su mirada fija se cuelga durante unos minutos en un punto allá afuera y se pregunta qué hace en ese momento ahí sentada. Se prende un cigarrillo. Nuevamente vuelve a mirar su reloj, 18:27 hs. Habían quedado en encontrarse a las 18:00 hs, pero no aparece. Durante unos minutos atrae su atención un hombre que a lo lejos baja de un taxi del otro lado de la avenida. El hombre espera al semáforo que cambie de color, cruza la gran avenida y comienza su paso dirigiéndose directo al bar. Ella lo sigue con la mirada, discreta. El, entra al bar, ella busca su atención con un gesto de simpatía pero él la mira con indiferencia y va en dirección a una mesa donde lo esperaban unos amigos. Se siente estúpida por haber pensado que era él al que esperaba. Las agujas del reloj de la pared continúan su curso marcando las 18:34. Sin más esperanzas decide poner fin a la espera y busca al camarero. Mientras, abre su libro otra vez encuentra una copia del poema que él le envió por correo electrónico junto a otra rosa. Vuelve a leerlo detalladamante y se hunde en aquellas palabras llenas de pasión cuando por la puerta entra alguien que apenas la ve encara hacia su mesa.
Ella concentrada sigue leyendo embriagadándose de frases soñadoras y se pregunta cómo pudo haber llegado tan lejos, a un encuentro, pero es que del otro lado había un hombre que en las largas horas de chat que ambos compartían durante el horario de trabajo, le había dicho que él era capaz de hacer cualquier cosa por amor. Y eso a ella le gustaba, lo quería, lo necesitaba. De pronto, por encima de sus ojos una rosa seca cae suavemente sobre las hojas del libro, al levantar la vista no puede comprender lo que tiene delante de sus rostro.
El hombre que ella esperaba, se encontraba delante, y ahora parado frente a la mesa y con una sonrisa suave le estaba diciendo que la esperaba en casa a cenar cuando ella haya terminado su capuccino. Ella sintió su cara congelarse. Llevaban 12 años de casados, y él bien le había dicho en su mail, que era capaz de hacer cualquier cosa por amor. El dejó el bar y se perdió entre la gente.
Llamó al camarero.
Todo su rostro se transformó, y quedó un largo tiempo sentada mirando hacia afuera con la boca seca y la mirada colgada en un punto allá afuera, dónde los transeúntes pasaban inadvertidos.
Dibujo en lápiz
Hecho por mí :)
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