Cada mañana te tomo en mis brazos y vamos a la ventana a saludar a las gaviotas y las ardillas.
Me gusta cuando estás por quedarte dormido y nos miramos fijo a los ojos demostrándome con ese pestañeo lento que te gustan mis caricias.
Sos caprichoso, pero ablandás mi corazón cuando llego y saltás corriendo de la alegría a saludarme.
Compañero de infinitos momentos, ni siquiera te imaginás que dentro de poco vamos a cruzar un largo trecho arriba de un avión...
Vas a ir donde yo vaya te lo aseguro.
-Mirko-
sábado, octubre 1Etiquetas: Personal
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