Otra vez. Miro por la ventana y zas, en un relámpago aquella queja de bandoneón me toma de nuevo. La pucha otra vez- me digo-. Trato de mirar para otro lado pero no, me cuelgo en el recuerdo al aire húmedo de una ciudad ruidosa, siempre iluminada, suspiro y veo a mis manos inquietas prendiéndose un cigarrillo. Y ahí viene... Estará lloviendo allá...? Busco un pensamiento que esté fuera de contexto y me saque de la nostalgia- mañana tengo que ir a comprar unas cosas para el balcón y...- no hay caso. El recuerdo me juega feo. Me susurra la mente y me lleva a una esquina, cruzando apurada, de la mano de mi vieja llevándome a la escuela un 9 de julio, y yo nerviosa, con el estómago de piedra porque ese día no canto en el coro, canto sola y un moño celeste de seda cae sobre mi pelo negro y ondulado, 7 años.
En cada rincón de Buenos Aires hay un suspiro que me pertenece. No, déjenlo ahí.Ya voy a volver para tomarlo y respirar hondo mirando al cielo... Ya no sos "tan pebeta" me van a decir, y bueno siempre hay alguno sacando el cuero.Y no viejo, tengo 35 pirulos y en septiembre próximo cumplo 36, o sea... encima no falta mucho. En Canadá me queda poco, cuando llegue allá... encontrarme de nuevo con el rostro de mi vieja tan lindo pero la pucha tan sufrido, y no deja de mirarme; una pequeña lágrima cayendo de su mejilla despacio que esconde su carucha durante el abrazo para que yo no vea que está llorando, de emoción, de alegría, de paz ...y de alivio. Pero como toda vieja, siempre creen que cuando uno se aleja de ellas y rumbea a otro país, vivimos como si estuviéramos en un campo de concentración, exageradas nomás.
Un bar, cualquier bar de Buenos Aires "tiene ese no sé qué" (como dice el tango) bohemios que plasman sus lágrimas en las pinturas, escribiendo, recitando, bailando. Aunque las calles estén vacías, la Reina del Plata tiene vida, los amores invaden todos los rincones, un tangazo que se escucha desde lejos...y la gente, mi gente.
Será por eso que hoy estoy así, como me leés, escribiendo a lo porteña y qué... soy así bien de barrio, porque nací en un barrio re porteño en el cual mis viejos durante la infancia me enseñaron a amarlo con pasión y les estoy agradecida. El sur, aquel lugar que al final terminó atrapándome estando lejos. Pero no estoy triste, siento solo nostalgia, no puedo vivir sin pensar en mi ciudad, la llevo conmigo a donde voy, siento que mi pecho se infla cuando me dicen algo lindo de ella, decirle a todo el mundo: conozcan Buenos Aires no saben qué linda es...llena de problemas y con todo lo que acarrea, pero no la niego como muchos lo han hecho acá, no vomito contra ella desde lejos. Promesa de un amor en algún callejón, miradas que se hunden en sus pupilas brillosas, besos apasionados debajo de una glorieta, y un te re quiero se pierde en un saguán, el re lo usamos hasta en los insultos, somos así, apasionados hasta para insultar.
No sé si vieron el film "El Bar del Chino" (argentina) en una escena un italiano que vive en Buenos Aires dice que el corazón no puede estar en dos lugares a la vez, sintiendo algo fuerte por el lugar que dejó atrás mientras vive en otro lado en el presente, al final ese hombre opta por quedarse a vivir en Argentina, tendría sus razones, pero a lo que voy es que él dice: "es como un tic tac, tic acá, tac allá, así está dividido tu corazón todo el tiempo...tic, tac, tic, tac... y así no se puede estar en paz..."
Un tic, tac
jueves, junio 29
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