Vine sólo por una semana, no le iba a avisar a nadie porque era por poco tiempo. Era un viaje fugaz para pasar mi cumple con mi familia y nada más. Luego al volver a Canadá tomaría mis valijas y me instalaría en Buenos Aires definitivamente.
Ya va a ser un mes que estoy en ésta ciudad, disfrutando a los míos, paseando, con el sueño re cambiado, comiendo mucho, caminando por estas calles inmensas, escuchando a los pajaritos porteños a la mañana que me despiertan por la ventana, los bocinazos de los bondis, las quejas de los taxistas como por ejemplo: "correte cornudo qué hacés!", "aprendé a manejar salame!","dale mogo avanzá!", esas lindas maneras de tratarse que tienen los taxistas. Como también nunca falta el que se da vuelta para mirarle el trasero a una señorita voluptuosa moviendo sus caderas.
Los mozos que antes de servirte el café hacen un firulete artístico en el aire con la taza para luego depositarlo delante tuyo en la mesa. Toda una reverencia.
Tipico de los argentinos que en sus frases usan la negación cuando les agradecés y te dicen: "no, no es nada", "no por favor", "no, faltaba más","no, no pasa nada","no, bueno", "no, está bien".
Hay varias cosas de las que me fui olvidando con el tiempo, como por ejemplo estar en la parada del bondi y esperar a que frene, no levanté la mano para parar el colectivo y siguió de largo, así muchas veces, acá si no levantás la mano, no para.
Decirle a cada taxista al finalizar el viaje: "gracias, que tenga un lindo día", se quedan mirándome con cara extraña por el espejo retrovisor y no comprenden que alguien que no conocen les desee un lindo día, lo ven raro. El hotel donde paré las primeras semanas estaba plagado de turistas, pero la mayoría eran todos brasileros, pero también a cada lado que iba a comer hablaban en otros odiomas, fue algo muy loco, en algunos locales me atendían extranjeros, cosa rara, me sentía todavía en Montréal.
Vi muchas taxistas mujeres, cuando yo vivía aquí jamás había visto una.
Los porteños como siempre bien vestidos, las mujeres mayores muy elegantes, el porteño siempre trata de tener buena presencia, tenga dinero o no. Eso siempre fue así. Todo lo contrario a la gente que veo en Montréal. En esta última los hombres no acostumbran a usar traje, salvo que sean políticos o empresarios importantes, o, mafiosos...
Las modas, no hay una vidriera que no tenga algo distinto, eso me embola porque no me gusta vestirme a la moda, odio las modas, ahora todo es con muchos colores y estilo psicodélico.En Montréal también están a la moda pero hay más variantes a la hora de elegir. La gente se pone lo que quiere, no existen las modas.
Mi perdición son los cafés, ir a tomar un cafecito es un arte para mí, desde sentarse al lado de la ventana, leer un libro, mirar a la gente pasar, te sentís acompañado por todos los que están haciendo lo mismo que vos, el argentino es de tomarse ese descancito para tomar un café, leer el diario y hablar boludeces con otro acompañante, los cafés de Buenos Aires son distintos unos de otros, viene el mozo a tu mesa, la atención es agradable, no es como en Montréal que la mayoría de los cafés son autoservicio, un ambiente medio frío, distante.
Las decoraciones de los cafés extrañaba a horrores, están en cada detalle.
Todo se habla en chiquitito: cafecito, poquito, papelito, platito, pibito, autito, monedita, sillita, mesita, momentito, etc. Esas cositas lo hacen más cálido.
Estoy esperando a que me agarre la humedad y me deje de cama, por ahora vengo zafando, pero como soy alérgica a los cambios de clima y la humedad, en cualquier momentito caigo de una.
Todavía no vi a ningún bloggero de los que quieo ver aquí en Baires, porque no tuve tiempo, porque me tienen de visita en visita, de cena en cena.
El sábado que pasó habíamos quedado con mi familia en que venían al nuevo depto a tomar unos mates y charlar, ni me enteré que venían a festejar mi cumpleaños otra vez, pero ahora con regalos, empanadas y banda de cosas ricas. De que se festejaba mi cumpleaños la que menos se enteró fui yo. Me están malcriando demasiado.
Creo que habré engordado como 4 kilos, yo, que me lo pasaba tomando dos litros de agua por día, a todo le ponía azúcar negra, comiendo verduritas y desayunando dos tostadas de pan de cereales con miel, ahora me lo paso morfando pizzas a dos manos, comiendo asado de tira, empanadas de todos los gustos, helados pero de los grandes, yendo a tenedores libres, clavándome unos alfajores de 8 pisos, comiendo todo tipo de tortas, facturas, fainá a morir, bizcochitos y churros con dulce de leche, ésto no da para más, necesito una ambulancia ya.
En unos días voy a empezar a llamar a los amigos bloggeros que están aquí en Baires a ver si tienen ganas de compartir conmigo unos platos de lechuguitas acompañados con un vaso de agua [sin hielo], vamos a ver si puedo volver a mi vida de yogui. Seguro que no.
Gracias por estar ahí, los quiero.

La "esquinita" de casa [ampliar la foto]