Aviso: esto que escribo es mi realidad, no la de todos los inmigrantes que habitan en Canadá. Para que no haya confusiones. De tanto postear como siempre sobre temas diferentes, hoy me doy un espacio para contar algo sobre mí ya que no lo hago nunca, pero encontré tantos amigos y amigas gracias a este blog y a ellos va dedicado este post.
Camino mis casi últimos pasos por la Ville de Montréal, todavía me falta alrededor de un mes y medio aquí (eso creo), tengo muchas cosas en la cabeza, casi que hasta a veces necesito un respiro de tanto pensar. Voy acomodando muy de a poco cosas en las valijas, despojándome de otras, y despidiéndome de a poquito de esta ciudad.
Es como hablaba con alguien, tu cuerpo está acá pero tu mente está allá desde hace tiempo. Ni siquiera prendo la TV ni la radio de acá, ya no me interesa, creo que si llegara a explotar algún edificio, que ojalá nunca suceda yo ni enterada. Por suerte es mi último invierno acá, sé que mi familia me va a ver cambiada como me va a pasar a mí cuando los vea, y más a mi vieja. Mi sobrino más chiquito cuando me fui casi ni sabía hablar, sólo señalaba el cielo y con sus pobres palabras decía, "mi tía tá ayá adiba en el amión". Hoy cuando hablo con él, se me caen las medias al escuchar cuando me dice, que hacés tía todo bien? te cuento que tengo 10 en inglés.
Cada vez se van enterando más personas sobre mi vuelta y preguntan cuándo, cuándo. No saben las cosas que se me pasan por la cabeza, porque todavía tengo una imagen de Buenos Aires de hace 5 años atrás, y es difícil en el momento pensar que haya cambiado tanto. Hablando con alguien también, me cuenta que la gente está más contenta, Buenos Aires no duerme nunca, y que la vida que tiene esta ciudad es lo que yo necesito, y sí, Montréal es hermosa, sus fachadas, sus parques, la ciudad en sí es muy pintoresca, segura, pero muy tranquila. Montréal está en una isla, sería algo así como la cuarta parte de Buenos Aires. Sí, es pequeña, pero una ciudad hermosa y llena de cosas bellas en todas las estaciones del año.
Hoy, estoy entre dos amores, Montréal al principio cuando llegué no me gustó, yo arisca buscaba rincones de Buenos Aires en cada esquina, viajaba en el bondi y miraba por la ventanilla sus calles y decía: "uh esta esquinita parece Las Heras y Sanchez de Bustamante? mm pero no...", después me fue seduciendo con cada cosa, si llegara a enumerarlas no termino más, pero hay algo que voy a extrañar mucho, el Parc Olympique, que una vez les mostré fotos con mi bici, es lo único por lo que yo me daría vuelta por última vez para mirar cuando deje esta ciudad.Fue mi lugar para estudiar francés, pensar, tomar sol, leer, escuchar música y olvidarme de todo.
Pasé cosas tan buenas como malas aquí, pero hay algo de lo que estoy segura, me hice más fuerte de lo que pensaba, laburé de cualquier cosa para ganarme la vida, y me siento orgullosa de habérmela bancado sin chistar, de lo que yo viví acá en estos 5 años no me olvido más, haya sido bueno o malo. Estar afuera del país no es para todos y me di cuenta que para mí menos. Pero para saberlo, tenés que probarlo y arriesgarte, hoy si lo tuviera que hacer de nuevo, lo pienso dos veces. No me arrepiento de nada de lo que hice porque lo hice con gusto e piacere. Tampoco me arrepiento de lo que di, porque di desde el corazón, sin pensar en recibir nada a cambio. Recuerdo de todo lo que me reí, y con eso me quedo. De la gente que conocí, uno más personaje que el otro, me los llevo en la carpeta de anécdotas para contar en noches de lluvia y mate. Vivencias, ni yo pensaba que iba a vivir tantas cosas, así que, otra carpeta abro para guardar las vivencias que tuve acá, más unos folios que van separados, eso, llenos de mucha paciencia.
Montréal me sedujo, no hablo de Canadá porque no llegué a conocerlo todo, pero Canadá me abrió sus puertas y me dio mucha paz, seguridad y bienestar. Siempre me sentí resguardada por un gran país. Y de eso no hay dudas. Pero dejo a alguien que me sedujo por mucho tiempo para volver al primer amor. Con sus quilombos, sus malos gobernantes, sus taxistas apurados, la viveza de muchos, la humedad que me mata, la inseguridad, la canallada, pero es mi lugar, al que pertenezco y del que no me arrepiento de haberme enamorado. Voy a reunirme al calor de los porteños, hablar con nuestros códigos y sentirme como en casa, que me lean a Lorca una tarde de lluvia, tomar mate con mi vieja y empezar una vida totalmente distinta, sé que algo muy lindo me espera y no veo la hora de encontrarme con todo aquello, ya no siento el tic tac de aquella vez, mi corazón ya no está dividido en dos países, cada vez falta menos para sentir el calor de mi Buenos Aires.
Y como dijo mi amigo
Belz hace poco cuando dejó Canadá para volver a su Colombia: allá voy.
Pero ajá! ahora te quiero ver, empiezan los preparativos del viaje y el departamento comienza a transformarse en Kabul, que ésto va, ésto no, bueno ésto sí, pero no tengo más espacio, qué hago con el caballete, tiro ropa que no uso, vendo todo y listo? el precio de las valijas, cuánto sale mandar por barco, que el sobre peso, los gatos, las vacunas, por qué empresa, los regalos, cuántas valijas llevás?? A no desesperar entonces, tomatelo con calma, los preparativos siempre son así, quién no pasó por ésto antes? por favor.
Pero se me cae el pelo che...